Recientemente, el Ejecutivo municipal ha salido a celebrar con entusiasmo un supuesto superávit fiscal como señal de buena administración. Sin embargo, es necesario que los vecinos y vecinas de Villa Carlos Paz sepan que esta cifra que se muestra con orgullo no representa un ahorro genuino ni una gestión eficiente, sino una estrategia contable y comunicacional cuidadosamente diseñada para maquillar la realidad.
Lo que se presenta como superávit es, en verdad, una práctica habitual pero engañosa: el diferimiento de pagos hacia el ejercicio siguiente. Es decir, se postergan deliberadamente ciertos compromisos —como pagos por locaciones de servicios, aportes patronales a la Caja de Previsión y otros gastos corrientes— que deberían haberse ejecutado antes del 31 de diciembre. Al no concretarse, ese dinero queda en las cuentas municipales y se lo presenta como “excedente”. Pero en realidad, en los primeros días de enero, ese mismo dinero se usa para cumplir con los pagos postergados. ¿Ahorro? Ninguno. Sólo una ilusión contable.
Así lo ha señalado también el tribuno de cuentas Gustavo Molina en su dictamen. No es una interpretación política: es una cuestión técnica que desmonta el relato de austeridad y orden que intenta instalar el oficialismo.
Además, el llamado superávit también se sostiene en la subejecución presupuestaria y la baja inversión en áreas clave. Por ejemplo, se han recaudado 968 millones de pesos en concepto de obras de gas que no se han ejecutado por la parálisis del ente prestador, dejando los fondos inmovilizados en plazos fijos. Es una pérdida clara de oportunidad de inversión que termina perjudicando a los propios vecinos que hicieron el esfuerzo de pagar.
Tampoco se ejecutaron con seriedad las partidas destinadas a infraestructura deportiva, seguridad, bomberos o al faldeo de montaña. En promedio, apenas se ejecutó el 23% de los fondos afectados a estas áreas, y hay casos escandalosos como el del faldeo, con una ejecución de apenas el 0,08%. Ahí se rompe el contrato social: se cobra una tasa para hacer algo que finalmente no se hace.
Y mientras tanto, las tasas y contribuciones municipales han aumentado muy por encima de la inflación. Es decir: los vecinos pagan cada vez más, pero reciben cada vez menos.
No se trata de una diferencia de criterio político. Se trata de decir la verdad. No hay superávit. Hay una administración que posterga, disimula y comunica mejor de lo que gestiona. Esa es la verdad que desde la oposición queremos poner en radar.